“Tu fe te ha salvado”
Sab 6, 1-11; Sal 81; Lc 17, 11-19.
En este pasaje nuevamente Jesús hace hincapié en la relevancia de la fe cuando le dice al leproso: “Ponte de pie y vete, tu fe te ha salvado”.
El texto nos habla de diez personas enfermas de lepra que, por ello, eran excluidas de la comunidad y no podían acercarse a nadie. Al reconocer la presencia de Jesús, quien iba de camino hacia Jerusalén, a la distancia le piden: “Ten piedad de nosotros”.
Jesús los envía al templo para que se presenten a los sacerdotes, y mientras van de camino, todos quedan sanos. Uno de los diez, que era Samaritano, se da cuenta que él no tiene a qué ir al templo, pues para él, cumplir ese rito no tiene sentido alguno, por eso decide regresar agradecido a donde está Jesús y glorificar a Dios por haberle restaurado la vida y devolverle la dignidad, porque ahora ya podrá reintegrarse a su comunidad.
Cuando hacemos oración, ¿solamente llegamos con nuestro “pliego petitorio”, o también reconociendo todo lo que Abbá Dios nos regala cada día? ¿Nuestra oración es de agradecimiento, como la de este samaritano leproso?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Raquel Estrada Díaz, laica colaboradora de la parroquia de La Medalla Milagrosa de Puebla, México.
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