“Tú, Señor, eres bueno y clemente”
Jon 4, 1-11; Sal 85; Lc 11, 1-4.
Dijo San Vicente de Paul: “Desea usted ser totalmente de Dios, y Dios también los quiere a todos ustedes para él… y para ello les dará (a los misioneros) gracias especiales que servirán de fundamento a todas las que seguirá concediendo.” (SVP III, 218-219).
El Evangelio de hoy es un coloquio en donde descubrimos la posición correcta del hombre ante Dios: “Enséñanos a orar”.
Nada hay tan beneficioso como la actitud de pedir ayuda a Dios y la de orar. El resultado es que el ser humano sale “disparado” hacia las alturas divinas; hacia el encuentro con el mismo Dios, en un diálogo cercano y personal.
En efecto, la respuesta de Jesús es la oración del “Padre nuestro”. “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdona nuestros pecados…”. Es el clamor de un hijo que siente la necesidad de experimentar el amor de su padre. Es el grito de todo cristiano cuando tiene una verdadera conexión con su Padre Dios.
Jesús nos conduce al amor de Dios Padre, si nosotros nos dejamos llevar.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Arturo García Fonseca C.M.
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