“Un gran profeta ha surgido entre nosotros”
1 Tim 3, 1-13; Sal 100; Lc 7, 11-17.
Hoy es la memoria de san José María de Yermo y Parres (1851-1904), nacido en Malinalco, Edo. de México el 10 de noviembre. De nobles orígenes, a los 16 años ingresa en la Congregación de la Misión en la Ciudad de México. Después de una fuerte crisis vocacional deja a los vicentinos y continúa su camino al sacerdocio en la Diócesis de León, Gto., donde fue ordenado el 24 de agosto de 1879.
Un día, mientras se dirigía a la Iglesia, halló a unos cerdos devorándose a dos niños recién nacidos. Estremecido por aquella tremenda escena, se siente interpelado por Dios y proyecta la fundación de una casa de acogida para los abandonados y necesitados: el asilo del Sagrado Corazón. Fundó escuelas, hospitales, casas de descanso para ancianos, orfanatos, una casa muy organizada para la regeneración de la mujer, y poco antes de su muerte (20 de septiembre de 1904), en la ciudad de Puebla, llevó a su familia religiosa, las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres, a la difícil misión entre los indígenas tarahumaras del norte de México.
Señor, ¿también yo he logrado descubrirte como evangelizador de los pobres y he querido colaborar contigo? Amén..
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick Fernando Martínez B., C.M.
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