“Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano”
1 Tim 2, 1-8; Sal 27; Lc 7, 1-10.
La liturgia de la Palabra nos invita a confiar plenamente en Jesucristo para poder configurar nuestra existencia conforme a su Palabra y sanar nuestra vida y la de los demás.
La carta de Pablo a Timoteo expresa la confianza que tiene el apóstol de que se pueden crear condiciones para que todos los pueblos reciban el anuncio del Evangelio y para que se les invite a vivir según los criterios del Reino de Dios, pero que esto requiere de mucha oración y confianza en Dios, así como de cordialidad y empatía para con los no cristianos y con todo tipo de autoridades. Esto para conseguir vivir libres de odios y divisiones y alcanzar una vida tranquila y en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido. En ese mismo sentido nos habla el evangelista san Lucas al presentarnos el ejemplo de apertura, generosidad, fe y confianza del oficial romano, que es un “buen hombre” y quiere el bien para los demás: para su criado, por quien está pidiendo y para los judíos, a quienes incluso les ha construido una sinagoga.
Señor, ¿soy capaz de aprender de la fe de personas que no pertenecen a mi Iglesia, pero que te buscan sinceramente? Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick Fernando Martínez B., C.M.
0 comentarios