“Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos“
Sir 27, 33-28,9; Sal 102; Rom 14, 7-9; Mt 18, 21-35.
La liturgia de este domingo del Señor nos invita a la compasión y a la reconciliación como expresión para vivir como resucitados en el Señor.
El libro del Eclesiástico nos recuerda: “El que no tiene compasión de un semejante, ¿cómo pide perdón de sus pecados?”; por su parte, la carta de san Pablo a los romanos nos insiste en que “Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos”; mensaje que es reforzado con la parábola que Jesús nos narra en el Evangelio según san Mateo, al plantearnos “¿no debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. Es increíble que con este mensaje atravesando toda la Sagrada Escritura, encontremos personas que aún dicen: “Que te perdone Dios, yo no soy nadie para perdonarte”, cuando Jesucristo insiste tan rotundamente: “Si tú no perdonas de corazón, tampoco te perdonará mi Padre celestial”.
Señor, perdona nuestras ofensas (deudas), así como también, nosotros perdonamos a los que nos ofenden (adeudan); y no nos dejes caer en la tentación. Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Erick Fernando Martínez B., C.M.
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