“Lo que Dios unió”
Js 24, 1-13; Sal 135; Mt 19, 3-12.
Según Jesús la unidad estable de la pareja brota de la misma naturaleza e institución del matrimonio y no como una ley exterior al mismo la indisolubilidad parece ser escándalo para algunas ante la norma corriente de la conducta, es decir, el permiso legal del divorcio. Una ley de divorcio es útil para regular civilmente situaciones límites de ruptura, pero el creyente sabe que esa ley no es para él. Al igual que en otras exigencias del evangelio: Bienaventuranzas, antítesis del discurso del monte, no violencia, perdón sin límites ni condiciones, amor al enemigo etc. Hay casos en que la fidelidad matrimonial de por vida supone una cierta dosis de amor heroico; por ejemplo, en caso de enfermedad o invalidez irreversible. Pero Dios ayuda con su gracia nuestra debilidad, como lo dice la experiencia.
Todo amor verdadero viene de Dios, que es el AMOR y a él debe conducir como a su fuente y fin; por eso el amor humano y cristiano no está en planos distintos, sino fundidos. Dios ayuda con su gracia a los esposos y padres de familia que se mantienen en contacto con él mediante la fe y la oración, viviendo así en plenitud la dimensión religiosa del matrimonio cristiano.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Eugenio Lozano Cervantes, laico de la Familia Vicentina de Guadalajara.
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