“El Sembrador, la semilla y la paciencia”
Ex 33, 7-11; 34, 5-9; Sal 102; Mt 13, 36-43.
Jesús nos explica quién es quién en la parábola, la cual es ampliada al llegar a casa con los discípulos. “Aclaremos la parábola de la cizaña en el campo. “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; somos nosotros; la buena semilla es la Palabra de Dios que Jesús va sembrando en los oídos y en los corazones de las personas; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores son los ángeles.
La segunda parte de la interpretación opone el destino de la cizaña y el trigo, es decir, de los pecadores y de los justos. En el juicio final que se describe de forma apocalíptica en la Biblia como horno encendido, llanto y rechinar de dientes.
Aquí también se produce un deslizamiento de acento, pues la explicación toca el punto central de la parábola en labios de Jesús que es la paciencia tolerante de Dios.
Aplicándonos la parábola a nosotros mismos nos encontramos con la pregunta: ¿Qué clase de terreno he sido yo a lo largo de mi vida? ¿Qué importancia le he dado a la Palabra de Dios? ¿La leo? ¿La medito? ¿La interiorizo?, ¿la pongo en práctica?.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Eugenio Lozano Cervantes, laico de la Familia Vicentina de Guadalajara.
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