“Mujer, ¿por qué estas llorando? ¿a quién buscas?”
Cant 3, 1-4; Sal 62; Jn 20, 1-2. 11-18.
Santa María Magdalena. (fragmento de la Homilía del papa San Gregorio Magno):
María Magdalena, cuando llegó al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado y así lo comunicó a los discípulos. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se lo habían llevado. Por esto, ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: El que persevere hasta el final se salvará. Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo encontró; con la espera, iba aumentando su deseo, y este deseo aumentado le valió hallar lo que buscaba… María, al sentirse llamada por su nombre, reconoce al Maestro.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Alonso Nuñez Escobedo C.M., formador en el Seminario de Cd. Granja, Jal.
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