“El Señor es compasivo y misericordioso”

Ex 3, 1-6. 9-12; Sal 102; Mt 11, 25-27.

Qué lugar tan sagrado, ese en el que se da el encuentro de Moisés con Dios, un Moisés inquieto que se asombra de aquella zarza ardiendo y se deja llevar hacia ella. Y Dios que entra en dialogo con el hombre y que aparece preocupado por el clamor de su Pueblo, que no deja de darnos pruebas de su amor a todos los que claman con confianza a Él.

El pueblo de Israel está cansado por la esclavitud a la que ha sido sometido. Dios va tramando esta respuesta de liberación a través de quien será su siervo obediente y fiel. Sin embargo, esto no está hecho, se tiene que ir configurando en ese Moisés quien a través de la experiencia personal sabe la urgencia de la acción de Dios en medio de un pueblo lastimado.

Es Dios quien da el primer paso para ir provocando en el pueblo ese movimiento que lo pone en camino y así ir logrando su libertad. Moisés recibe un envío y esto lo llena de dudas, de miedo. Es un proceso interesante pues confrontado con nuestra experiencia personal delante de Dios, no nos encontramos tan distantes de ello. que pequeños y limitados nos sentimos, pero Dios nos sale al paso diciéndonos: “Yo estaré contigo” y al escucharlo busquemos responderle.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Alonso Nuñez Escobedo C.M., formador en el Seminario de Cd. Granja, Jal.