“Una vez salió un sembrador a sembrar”
Is 55, 10-11; Sal 64; Rom 8, 16-23; Mt 13, 1-23.
Qué bello es pensar en aquella imagen del sembrador que no dejará de esmerarse por que su semilla sea repartida y se pueda sembrar. Sin embargo, la sabiduría para lograr buenos resultados depende de varias exigencias, necesitamos mantenernos en el esmero de esta figura que representa trabajo, esfuerzo.
Por otra parte, si pensamos en el terreno en el que esta semilla va cayendo que dura imagen el pensar que en algunos momentos de la vida podemos ser un mal terreno para recibir esta semilla. Esa semilla que representa este proyecto de Jesús se nos otorga a todos de la misma manera, pero debemos estar en una disposición de apertura y de recepción para que verdaderamente pueda echar raíces.
Ser cristiano es gracia de Dios, pero también requiere de un esfuerzo diario para que lo que el Señor nos ha otorgado siga produciendo en abundancia. Confiemos en el anuncio que nos hace el profeta Isaías, esos resultados que provocará la Palabra, esa misión que brotará de ella para ser cumplida, debe ser nuestra regla. Estemos atentos. pues la fidelidad debe cuidarse para hacerla crecer, la coherencia debe atesorarse para que los frutos de esa semilla se manifiesten.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. Alonso Nuñez Escobedo C.M., formador en el Seminario de Cd. Granja, Jal.
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