“Por sus frutos los conocerán”

Gn 15, 1-12. 17-18; Sal 104; Mt 7, 15-20.

El Señor, en su palabra de hoy, nos anima a llevar una vida fecunda, cargada de obras buenas. Una vida estéril no sirve para nada.

Hemos de ir a la raíz y al fruto del árbol para no andarnos por las ramas; es decir, hemos de bajar al fondo de nuestro corazón para descubrir su maldad o su bondad, su mentira o su verdad, su esterilidad o su fecundidad. Porque no es oro todo lo que brilla.

Dice un dicho: “El que a buen árbol se acerca, buena sombra lo cobija”; si bien es cierto que los árboles buenos dan frutos buenos, es necesario ser responsables en nuestra vida espiritual, fortalecer esta dimensión, y seguro habrá vida fértil y frutos abundantes para gloria de Dios, que nos ha enriquecido con incalculables dones para su Iglesia.

Algunas personas viven alimentándose de los demás, sin ser fecundos, con una vida en el desánimo, la soledad, la tristeza y la desesperanza y no asumen su responsabilidad para salir de ahí, de ser alimento para otros, de generar vida y esperanza.

No olvidemos esto que Jesús nos dice: “Por sus frutos los conocerán”.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. César Cruz Gálvez C.M., formador en el Seminario Vicentino de Lagos de Moreno, Jal., México.