“Donde está tu tesoro ahí está tu corazón”
2 Co 11, 18. 21-30; Sal 33; Mt 6, 19-23.
Más que cosas, necesitamos razones para vivir y compartir, pues la felicidad no puede estar fuera de nosotros, en las cosas, sino que ha de brotar de dentro.
Muchas personas gastan su vida buscando y acumulando cosas, cuando éstas solo nos distraen de lo verdaderamente esencial, que es Dios. En él está la verdadera felicidad. Vamos creando necesidades, apegándonos a lo material y siendo más esclavos y menos sensibles a las necesidades de los que nos rodean, sobre todo de los pobres.
Disfrutemos más de la vida, de lo sencillo que ella puede ser y de las personas que están a nuestro lado. Estamos tan ocupados en nuestras cosas, que no dejamos tiempo para compartir con las personas que queremos. Al final, de lo material, ¿qué nos llevamos?
El más feliz no es el que más tiene, sino el que menos necesita y lo que tiene lo sabe compartir. Recordemos al hombre rico del evangelio, que pensaba: Haré unos graneros más grandes para acumular mi cosecha. Y el Señor le dice: ¿para quién será todo eso, si hoy mismo vas a morir? Llevemos una vida sencilla, sobria y generosa con los que menos tienen.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. César Cruz Gálvez C.M., formador en el Seminario Vicentino de Lagos de Moreno, Jal., México.
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