“Dios mandó su Hijo al mundo, para que el mundo se salve por él”
Ex 34, 4-6; Dn 3; 2 Co 13, 11-13; Jn 3, 16-18.
El evangelista San Juan hoy nos dice que el Padre, por puro amor, nos envió a su Hijo único, Jesucristo: y esto para que en la medida que el hombre lo conozca pueda salvarse, llevando una vida en plenitud desde la práctica del amor.
Dios quiere que ninguno de sus hijos se pierda y que lleven una vida digna del amor que han recibido, por eso nos ha dado a su Hijo. El hombre, desde su propia naturaleza, busca a Dios porque su origen y fin es el amor pleno y verdadero, pero muchas veces busca por caminos equivocados.
San Vicente de Paúl decía: “La enseñanza de Cristo no puede engañar nunca, mientras que la del mundo es siempre falaz”. La persona necesita de referentes que le hagan trascender en su vida, y la única opción verdadera es Jesús.
Por eso en este día, dediquémosle un tiempo a Dios asistiendo a la santa Eucaristía en familia, a escuchar su Palabra, alimentarnos de él, y preguntémonos: ¿Qué importancia tiene para mí que Dios nos haya dado a su Hijo? Esto ¿en qué ha cambiado mi vida?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: P. César Cruz Gálvez C.M., formador en el Seminario Vicentino de Lagos de Moreno, Jal., México.
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