El 30 de mayo, la Familia Vicenciana celebra la festividad de la beata Marta Wiecka, Hija de la Caridad.
«El amor de Cristo es el medio para vencer las debilidades humanas«, afirmó el cardenal Tarcisio Bertone al presidir el sábado 24 de mayo de 2008, en Lviv, Ucrania, el rito de beatificación de sor Marta Maria Wiecka.
La religiosa polaca, de la Sociedad de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, murió de tifus tras elegir sustituir a un asistente médico que tenía que desinfectar la celda de aislamiento de una enferma en el hospital de Sniatyn.
El acto heroico de la religiosa «no ha sido nunca olvidado«, afirmó el secretario de Estado según recogió «L’Osservatore Romano».
El amor vence siempre, añadió, y la misión de los cristianos es “testimoniar la victoria del Amor en toda ocasión de la vida“.
El amor del Señor testimoniado por sor Marta Maria Wiecka (1874-1904) «vence la debilidad humana y convierte el corazón del hombre al amor de la vida, del prójimo, incluso de los enemigos«, explicó el cardenal, subrayando que la religiosa ofrece un modelo ejemplar de la importancia de “vivir el uno al servicio del otro“, que todos son llamados a imitar.
«Dios es Amor –añadió–, y nosotros le amamos, invisible a nuestros ojos, si amamos al prójimo que vemos. Hasta el heroísmo de la sangre, si es necesario«.
Ante los cardenales Lubomyr Husar, arzobispo de Kyiv-Halyč, y Marian Jaworski, arzobispo de Lviv de los Latinos, el arzobispo Ihor Voznyak, pastor de la eparquía de Lviv de los Ucranios, representantes de Iglesias Cristianas, clero local, religiosas, autoridades locales, familiares de la nueva beata y peregrinos llegados de todo el país, el cardenal Bertone afirmó: «Se hace realidad hoy el deseo del pueblo ucranio de elevar a la gloria de los altares a una hija suya, cuyo sepulcro durante el periodo soviético fue símbolo de unidad popular y ejemplo de auténtico diálogo ecuménico«.
Dirigiéndose a las religiosas de la congregación de sor Marta Maria y a los agentes sanitarios ucranios, el secretario de Estado recordó que «el hombre es cuerpo y espíritu«.
«Curando el físico que sufre no olvidéis que, para una curación verdadera y profunda de todo el hombre, es indispensable tener en cuenta también las exigencias espirituales de la criatura humana«, subrayó.
«¡Qué importante es entonces el encuentro con Dios para quien está enfermo y sufriendo! –exclamó–. Qué importante es que se defienda y se promueva siempre la cultura de la vida y del amor, que contraste eficazmente la cultura de la muerte con sus tristes y preocupantes manifestaciones«.
Sor Marta Maria, añadió, deja en herencia un «himno a la Vida«, exhortando «a amar la vida humana y a defenderla en todas sus fases desde la concepción a su ocaso natural«.
0 comentarios