“Reciban el Espíritu Santo“
Hech 2, 1-11; Sal 103; 1 Cor 12, 3-7. 12-13; Jn 20, 19-23.
La fiesta de Pentecostés es una de las más importantes en el camino espiritual de los cristianos durante el año litúrgico. Señala el cumplimiento de la Pascua y el nacimiento de la Iglesia que, animada por el Espíritu Santo, inicia el anuncio del Evangelio a todas las gentes y reúne a todos los pueblos de la tierra.
En el texto del evangelio, san Juan nos relata cómo Jesús Resucitado no solo causa alegría y paz a los discípulos, también les da el don del Espíritu Santo y los envía en misión con la potestad de perdonar los pecados. Sus efectos aparecerán más claramente en la narración de los Hechos de los Apóstoles.
Para san Lucas, en la primera lectura, el Espíritu Santo es como un fuego que renueva a los apóstoles, es Dios actuando en nuestra vida, es fuerza, luz, aliento, paz, consuelo, fuente de toda vida.
El trabajo del Espíritu Santo es grandioso y sublime, y llevará a los creyentes hasta un grado pleno de sabiduría, de entendimiento, de ciencia, de consejo, de piedad, de fortaleza, de temor de Dios. Estos siete dones son esenciales en nuestra vida cristiana para acceder a la comunicación con Dios, primero de forma rudimentaria y, en la medida en que nos dejemos guiar, de una forma más sublime.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Luz María Ramírez González, Sociedad de San Vicente de Paúl, León, Gto., México.
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