“Cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá”
Hech 18, 23-28; Sal 46; Jn 16, 23-28.
Hoy el evangelio nos exhorta a reforzar nuestra relación y unión más íntima con Dios a través de la oración, a ejemplo de Jesús. El mismo Jesús nos pide mantenernos en oración, y en varios pasajes vemos cómo mantenía ese contacto con Dios: Antes de una decisión importante y terminada su jornada misionera, se apartaba a un lugar solitario y hacía oración; frecuentaba las sinagogas, bendecía a los niños y los alimentos, hace oración antes de curar y antes de su pasión y muerte ora. Y ahora que sabe que va a dejar este mundo y regresar al Padre, invita a los apóstoles –y por consiguiente a nosotros– a orar con confianza, a pedir al Padre en su nombre: “Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.”
Con esta confianza hemos de dirigirnos al Padre, pero cuidemos la forma de hacerla, ya que tendemos a exigir, a poner nuestras propias condiciones al grado que, si no recibimos la gracia solicitada, nos apartamos y renegamos de nuestra fe.
Antes de que cualquier miembro de la familia salga a trabajar, pídele a Dios su bendición; si vas a salir de viaje, encomiéndate al Señor; ante el fallecimiento de un ser querido haz oración por su eterno descanso.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Luz María Ramírez González, Sociedad de San Vicente de Paúl, León, Gto., México.
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