“Yo le rogaré al Padre y Él les dará otro Paráclito“

Hech 8, 5-8. 14-17; Sal 65; 1 Pe 3, 15-18; Jn 14, 15-21.

En el evangelio de hoy podemos encontrar dos temas importantes: el amor y la promesa del Espíritu. Amar se expresa a través de la fidelidad a los mandamientos ya que quien los observa demuestra amar a Jesús, vive sus palabras y al mismo tiempo será amado por el Padre de Jesús.

Jesús habla del Espíritu Santo y lo presenta como Espíritu de Verdad y Paráclito (defensor). Necesitamos que alguien nos recuerde la verdad de Jesús y es el Espíritu el que activa en nosotros la memoria de Jesús, su presencia viva, sus enseñanzas, sus obras. Si nos llenamos de la verdad de Jesús, se genera en nosotros un estilo de vida nuevo, liberándonos de la mentira, la farsa y la intolerancia de nuestros egoísmos.

Ahora que Jesús no está físicamente, el Espíritu nos defiende de lo que nos puede separar de él; si lo acogemos en nuestra vida, no nos sentiremos huérfanos o desamparados. Como abogado y consolador, el Espíritu Santo nos ayudará a mantener vivo e interpretar el mensaje de Jesús, nos confortará en las angustias, sostendrá en las pruebas y persecuciones, nos dará seguridad, nos fortalecerá y nos dará la perseverancia en la fe. ¡Invoquemos siempre al Espíritu Santo!

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Luz María Ramírez González, Sociedad de San Vicente de Paúl, León, Gto., México.