“El que no está conmigo, está contra mí”
Hech 15, 7-21; Sal 95; Jn 15, 9-11.
En el evangelio de este día Jesús hace una relación entre el amor que le tenemos a Él y al Padre, la comunión entre ellos y su unión con nosotros, los cristianos, que cumplimos los mandamientos y nos llenamos de alegría al sabernos amigos de Dios, fieles a su amor y a su proyecto.
“Permanezcan en mi amor” es lo primero; no se trata de vivir en una religión, sino de vivir en el amor con que nos ama Jesús, el amor que viene del Padre. A pesar de los conflictos y dificultades que se nos presenten, lo importante es no desviarnos del amor.
La identidad entre el Padre y Jesús radica en el amor que se tienen mutuamente. En el caso de Jesús, es un amor obediente que le lleva siempre a cumplir la voluntad del Padre, y nos invita imitarlo: “Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”.
¿Cómo podemos decir que amamos a Dios si no cumplimos su voluntad? Por eso la observancia de sus mandamientos se convierte en la señal de amor y pertenencia a Dios y a su Hijo Jesucristo.
¿Con cuáles acciones demuestro mi amor por Dios y por su Hijo Jesucristo?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Luz María Ramírez González, Sociedad de San Vicente de Paúl, León, Gto., México.
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