“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna”

Hch 9, 31-42; Sal 115; Jn 6, 60-69.

La verdadera causa de la incomprensión de las palabras de Jesús en el discurso sobre sí mismo como Pan de Vida es la falta de fe: Hay entre ustedes algunos que no creen, dice Jesús. En efecto, desde ese momento, según el Evangelio, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Ante estas defecciones, Jesús no hace descuentos y no atenúa sus palabras. Aún más, les pide realizar una opción precisa: o estar con Él o separarse de Él, y pregunta a los Doce si ellos también quieren irse.

El problema de fondo no es irse y abandonar la obra emprendida, sino a quién ir. De esa pregunta de Pedro, nosotros comprendemos que la fidelidad a Dios es cuestión de fidelidad a una persona, con la cual nos unimos para caminar juntos por el mismo camino. Y esta persona es Jesús. Todo lo que tenemos en el mundo no sacia nuestra hambre de infinito. ¡Tenemos necesidad de Jesús, de estar con Él, de alimentarnos en su mesa, con sus palabras de vida eterna!» (Papa Francisco, 23 de agosto de 2015).

Por ello, la oración es llenarse del amor de Aquel que tanto me ama.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Laica colaboradora de la Parroquia Medalla Milagrosa de Narvarte, ciudad de México