“El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará”
1 Pe 5, 5-14; Sal 88; Mc 16, 15-20.
La oración es un encuentro personal con Cristo. Y hoy le debemos este encuentro a san Marcos. Él pudo acompañar a Pedro y Pablo en sus viajes apostólicos. Escuchó atentamente su anuncio de la Buena Nueva y puso todo en un libro inspirado, el Evangelio. San Marcos nos ha dejado un maravilloso testimonio de Jesús, tanto, que dos mil años después seguimos nutriéndonos con lo que escribió.
“Todos estamos llamados a ser escritores vivos del Evangelio, portadores de la Buena Noticia a todo hombre y mujer de hoy. Lo podemos hacer realizando las obras de misericordia corporales y espirituales, que son el estilo de vida del cristiano. Por medio de estos gestos sencillos y fuertes, a veces hasta invisibles, podemos visitar a los necesitados, llevándoles la ternura y el consuelo de Dios. Se sigue así aquello que cumplió Jesús en el día de Pascua, cuando derramó el Espíritu Santo sobre los corazones de los discípulos temerosos de la misericordia del Padre; ese Espíritu que perdona los pecados y da la alegría”. (Papa Francisco, 3 de abril del 2016).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Laica colaboradora de la Parroquia Medalla Milagrosa de Narvarte, ciudad de México
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