San Francisco de Sales, en su famoso libro Introducción a la vida devota, escribe sobre «la constante atención espiritual» como el medio más seguro para el avance espiritual. En la vida espiritual de San Vicente, especialmente como se menciona en el libro de Louis Abelly, llegamos a saber que Vicente mantuvo su constante atención a Dios en medio de sus muchas ocupaciones externas. En este sentido, solía decir: «uno no puede esperar demasiado de alguien que no conversa continuamente con Dios».
En la mayoría de las imágenes y estatuas de San Vicente lo vemos con un crucifijo en la mano. Fue uno de sus medios para permanecer en presencia de Dios. Cuando tenía que ir a la ciudad, lo hacía con gran recogimiento, caminando en presencia de Dios, alabándolo y orando en silencio en su corazón. Tenía la piadosa costumbre de descubrir su cabeza y hacer la señal de la cruz cada vez que escuchaba el sonido del reloj marcando las horas y los cuartos de hora.
Ante la belleza y la perfección de los objetos creados y de la naturaleza, Vicente elevaba su mente a Dios. Cuando veía campos cubiertos de grano o árboles cargados de fruta, inmediatamente pensaba en las inagotables riquezas de Dios. Cuando veía flores u otros objetos hermoso, aprovechaba la oportunidad para contemplar las perfecciones y la belleza de Dios. Él decía: «¿Qué se puede comparar con la belleza de Dios, fuente de toda belleza y perfección de sus criaturas? ¿Acaso las flores, los pájaros, las estrellas, la luna y el sol no toman prestada de él su atracción y su belleza?»
Ya que él sabía por su propia experiencia las gracias y los beneficios de la recogimiento interior y de esta atención constante a la presencia de Dios, alentó a otros a esta práctica. Colocó, en varios lugares de la casa de San Lázaro, letreros escritos en letras grandes, DIOS VE TODO, para que los misioneros y otras personas que les visitaban pudiesen ser recordados en todo momento de la presencia de Dios. La atención constante a la presencia de Dios es posible solo cuando estamos convencidos de la atención constante de Dios sobre nosotros con su amor imperecedero.
Sobre el autor:
El P. Binoy Puthusery, C.M., es un sacerdote paúl perteneciente a la Provincia de India meridional. Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 2008 y poco después sirvió como coadjutor en Tanzania. En 2011, después de dos años de ministerio, fue nombrado Director Espiritual de las Hermanas Vicentinas de la Misericordia, en Mbinga, Tanzania. Actualmente reside en Barakaldo (España), y es formador en el Máster en Vicencianismo.
0 comentarios