“Ellos contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan”
Hch 2, 14. 22-33; Sal 15; 1 Pe 1,17-21; Lc 24, 13-35.
Es la voz de Jesús que resuena en nuestro corazón, que quiere salir de nuevo, cada día, en cada momento, y encontrarnos. Es ese sonido lo que hace arder nuestro corazón, lo enciende, y nos abre los ojos ante la inmensidad de su amor. Nos revela la plenitud de reconocer su presencia, en cada una de las personas que nos pone en el camino. Es Él mismo quien nos visita a través de los demás.
“Los discípulos de Emaús querían que su ‘huésped miste- rioso’ no se fuera. –Quédate con nosotros, decían, intentando convencerlo. En otros episodios del Evangelio también aflora este mismo sentimiento. Recordemos, por ejemplo, la transfiguración, cuando Pedro, Santiago y Juan querían hacer tiendas, carpas, y quedarse en el monte; o cuando María Magdalena se encontró con el Resucitado y quería retenerlo. Pero su Cuerpo resucitado no es un tesoro para retener, sino un Misterio para compartir.
A Jesús lo encontramos, sobre todo, en la comunidad y por los caminos del mundo. Cuanto más lo llevemos a los demás, más lo sentiremos presente en nuestras vidas”. (Papa Francisco, 22 de junio de 2019).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Laica colaboradora de la Parroquia Medalla Milagrosa de Narvarte, ciudad de México
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