El Señor es la roca,
la fundación en donde se asienta mi vida.
Con Él a mi lado nada temo.

Muchos pondrán su esperanza en el dinero,
en el lujo o el poder,
o asentarán su vida
sobre las arenas movedizas
de los placeres pasajeros.

Pero yo espero en el Señor,
en Él he puesto mi confianza.
Con Él a mi lado nada temo.

Sé que su camino no es fácil,
que no he de vivir una vida segura y tranquila.
La cruz me espera
como le esperó a Él en el Gólgota.

Mas sus palabras son bálsamo y me reconfortan:
“No tengas miedo, pues mi yugo es suave.
Nada pondré sobre tus hombros
que no puedas llevar”
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