“Y les dijo: ¿Qué quieren darme, y yo se lo entregaré? Ellos le asignaron treinta monedas de plata”
Is 50, 4-7; Sal 21; Flp 2, 6-11; Mt 26, 14-27.
Hoy es Domingo de Ramos, celebramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Pero sabemos que Jesús entra como un rey humilde, pacífico y manso. Entra montado en un burrito, signo de humildad y de mansedumbre.
Es aclamado por gente buena y sencilla, y una gran cantidad de sus discípulos son mujeres y niños. Lo proclaman rey no con el estruendo de las armas, sino con los gritos de júbilo. Y no agitan bayonetas o pancartas, sino ramos de olivo y de laurel, signos de la paz.
¡Éste es Jesús, nuestro Rey, el Rey de la paz y del amor verdadero, el que entra hoy triunfante a Jerusalén!
Estos días santos son, pues, para acompañar a Cristo en los sufrimientos de su Pasión y en su camino al Calvario; para unirnos a Él a través de la oración, los sacramentos, la caridad, el apostolado y las obras buenas.
¡Cuántas cosas podemos hacer en favor de los demás, pero nos falta imaginación o inventiva!
O, tal vez, pensar más en los otros y menos en nosotros mismos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Laica colaboradora de la Parroquia Medalla Milagrosa de Narvarte, ciudad de México
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