“El Señor nunca olvida sus promesas”
Gén 17, 3-9; Sal 104; Jn 8, 51-59.
«¿Quién dices tú que eres?” La discusión sobre la identidad de Jesús continúa. Este incesante cuestionamiento sobre quién es Jesús muestra cuán importante es este tema, entonces y ahora. Pero en vez de conducirlos a un acuerdo, los argumentos de Jesús provocan todavía más a sus enemigos y al final de la escena del evangelio de hoy “recogieron piedras para arrojárselas”. La vida de Jesús está ahora en peligro. ¿Podemos entender el porqué de esa hostilidad hacia él?
Fijémonos en otra de sus declaraciones en el texto de hoy: “Antes de que existiera Abraham, yo era”. Jesús clama tanto su pre existencia, que se coloca como uno con Dios. De nuevo el evangelista muestra que Jesús pertenece a un mundo más elevado que el de sus oyentes. La muerte es una condición humana, pero Jesús vive más allá de las fronteras de la muerte.
En mi oración no necesito tratar de resolver esas cuestiones sobre la identidad de Jesús, solo necesito abrirme y aceptar con fe el maravilloso misterio que representa.
Señor, permítenos conocerte mejor para tener la certeza de que tú eres la respuesta a nuestras necesidades más profundas.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta L., CM
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