“Perdónanos, Señor, y viviremos“
Ez 37, 12-14; Sal 129; Rom 8, 8-11; Jn 11, 1-45.
En el evangelio de hoy podemos ver claramente cómo Dios es vida y da vida, pero asume el drama de la muerte. Jesús podría haber evitado la muerte de su amigo Lázaro, pero quiso hacer suyo nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos y, sobre todo, quiso mostrar el dominio de Dios sobre la muerte.
En este pasaje del Evangelio vemos que la fe del hombre y la omnipotencia y el amor de Dios se buscan y, finalmente, se encuentran. Es como un doble camino. Lo vemos en el grito de Marta y María y todos nosotros con ellas: “¡Si hubieras estado aquí…!”. Y la respuesta de Dios no es un discurso, no; la respuesta de Dios al problema de la muerte es Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida…” ¡Tengan fe! En medio del llanto sigan teniendo fe, aunque la muerte parezca haber vencido.
¡Quiten la piedra de su corazón! ¡Que la Palabra de Dios devuelva la vida allí donde hay muerte!
Dios no nos ha creado para la tumba, nos ha creado para la vida; una vida bella, buena, alegre.
Señor, que cada uno de nosotros esté cerca de aquellos que pasan por una dura prueba.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta L., CM
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