“Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo”
Ex 32, 7-14; Sal 105; Jn 5, 31-47.
La audaz declaración de Jesús en el evangelio de hoy, de que él es el Hijo de Dios, es confirmada por los milagros que el Padre realiza por su medio y, al final, por el maravilloso milagro cuando el Padre lo resucite de entre los muertos. En la resurrección el Padre estará declarando: ¡Éste es verdaderamente mi Hijo! ¡Él ha revelado al mundo cómo soy Yo!
Aprendimos el catecismo en nuestra infancia con preguntas y respuestas. Esa es la metodología que contemplamos en el evangelio de Juan: los fariseos “preguntan” a Jesús sobre su identidad, Jesús “responde” diciendo que él no habla a partir de sí mismo, sino siempre a partir del Padre y en nombre del Padre.
Santo Toribio de Mogrovejo, como arzobispo de Lima, entre otras labores misioneras hizo editar los primeros catecismos americanos, tanto en castellano como en las diversas lenguas indígenas; sin imposiciones ni violencia logró divulgar el evangelio entre los pueblos originarios del Perú.
Señor, que me atreva a realizar cambios en mi vida a la luz del testimonio y las opciones de Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta L., CM
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