“Yo soy tu Dios, escúchame”
Os 14, 2-10; Sal 80; Mc 12, 28-34
Jesús y el escriba, frente a frente, observan qué es lo más central y lo más sublime de la enseñanza hebrea: el llamado para que ame a Dios y a mi prójimo como a mí mismo. ¡El Gran Mandamiento! ¡Yo debo amarme! ¿Por qué? Porque Dios me ama tal como yo soy. Al mismo tiempo yo necesito estar cambiando, de modo de poder llegar a ser lo que Dios espera que sea.
San Patricio nació en Gran Bretaña en el año 385. Siendo joven, alrededor del año 403, lo llevaron cautivo a Irlanda. En el trabajo rudo y de sufrimiento por su esclavitud, su alma se templó maravillosamente para la santidad.
“Cristo conmigo, Cristo frente a mí, Cristo tras de mí, Cristo en mí, Cristo a mi diestra, Cristo a mi siniestra, Cristo al descansar, Cristo al levantar, Cristo en el corazón de cada hombre que piense en mí, Cristo en la boca de todos los que hablen de mí, Cristo en cada ojo que me mira, Cristo en cada oído que me escucha”. Ésta es la oración de San Patricio.
Señor, hoy nos recuerdas que lo que sea que hagamos, lo hacemos contigo; que, si amamos a nuestro prójimo, te amamos a ti.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Adrián Acosta L., CM
0 comentarios