‘‘El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho’’

Deut 30, 15-20; Sal 1; Lc 9, 22-25.

En el relato del evangelio de hoy Jesús sorprende a sus discípulos anunciándoles su futuro terrible y doloroso, aunque con un final glorioso: va a padecer mucho, va a ser rechazado, condenado a muerte y, al final, va a resucitar.

Pero la sorpresa de los discípulos será más grande aún con lo que Jesús les dice en seguida: La suerte mía, la tendrán que compartir ustedes. El que quiera seguirme… deberá también tomar su cruz, y entregar la vida (como él mismo), para salvarla.

La suerte del Maestro será la suerte del discípulo.

Este texto me hace pensar en lo que significa ser cristiano. No se trata solo de “creer” en Jesús, sino de “ser” como Jesús. Se trata de asumir la vida desde las posturas de Jesús, vivir la existencia en una dinámica de entrega, de ofrenda, como la vivió Jesús; asumir la construcción del Reino como proyecto de vida, y llegar hasta las últimas consecuencias en nuestro empeño porque la justicia, la fraternidad y la dignidad vayan siendo no la excepción, sino la regla en las relaciones humanas.

En definitiva, vivir por lo que Jesús vivió y morir, si es necesario, por lo que Jesús murió.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, CM