“Todo es posible para quien cree”
Sir 1, 1-10; Sal 92; Mc 9, 14-29.
Hay un niño encadenado por el mal. El papá lo lleva a los discípulos para que lo liberen, pero no sucede nada, no logran someter al espíritu malo. Solo Jesús logra la curación. ¿Por qué Jesús sí pudo y los discípulos no, si Jesús ya los había enviado con la misión de anunciar el Evangelio y sanar a los enfermos, y los había capacitado para todo ello? ¿Qué les falló, qué les hizo falta?
Jesús mismo nos da la respuesta en el relato de hoy. Primero dice: “Todo es posible para quien tiene fe”. Y al final dirá: “Esta clase de demonios solo sale a fuerza de oración”. Fe y oración son las armas para hacer frente al mal. Si los discípulos no lo sometieron fue porque les faltó tener fe, es decir, poner su confianza en el poder de Dios, no en la propia capacidad o fuerza. Y les faltó hacer oración la cual, al colocarnos frente a la mirada del Padre, nos ayuda a encontrar los caminos para hacer frente al enemigo.
Fe como confianza en el amor de Dios; oración como camino de discernimiento y fortalecimiento del creyente, serán nuestras armas para combatir el egoísmo, la violencia, la indiferencia.
“Una persona de oración será capaz de todo” (S. Vicente de Paúl).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, CM
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