«Delante de ellos se transfiguró»
Heb 11, 1-7; Sal 144; Mc 9, 2-13.
La Transfiguración es como una ventana por la que Jesús permite que se asomen algunos de sus discípulos para mirar la insondable riqueza del misterio que late en su persona. ¿Te has asomado tú a esa ventana?
Transfigúrame, Señor, transfigúrame.
Quiero ser tu vidriera, tu alta vidriera azul, morada y amarilla.
Quiero ser mi figura, sí, mi historia, pero de ti en tu gloria traspasado.
Transfigúrame, Señor, transfigúrame.
Mas no a mí solo, purifica también a todos los hijos de tu Padre
que te rezan conmigo o te rezaron, o que acaso ni una madre tuvieron
que les guiara a balbucir el Padrenuestro.
Transfigúranos, Señor, transfigúranos.
Si acaso no te saben, o te dudan o te blasfeman,
límpiales el rostro como a ti la Verónica;
descórreles las densas cataratas de sus ojos,
que te vean, Señor, como te veo.
Transfigúralos, Señor, transfigúralos.
Que todos puedan, en la misma nube que a ti te envuelve,
despojarse del mal y revestirse de su figura vieja y en ti transfigurada.
Y a mí, con todos ellos, transfigúrame.
Transfigúranos, Señor, transfigúranos.
(Himno, Liturgia de las Horas)
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, CM
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