“Ve primero a reconciliarte con tu hermano“
Sir 15, 16-21; Sal 118; 1 Cor 2, 6-10; Mt 5, 17-37.
Hoy continuamos, como los domingos pasados, escuchando el “Sermón de la Montaña”. Así como Yahvé entregó al pueblo de Israel la Ley desde el monte Sinaí, ahora Jesús entrega al nuevo pueblo su propia ley, es decir, su proyecto para restaurar la vida, las relaciones, la vocación y la dignidad de la humanidad, rotas por el egoísmo.
En el texto de hoy Jesús va tomando los mandamientos del Sinaí y los va “recargando” con un nuevo sentido, más radicalidad y una exquisita sensibilidad hacia la vida toda y, sobre todo, hacia la dignidad de la persona humana. De esta manera el “no matarás” se convierte en “no deberás enojarte con tu hermano, ni llamarlo imbécil, ni ofenderlo ni agredirlo de ninguna manera”. El “no cometerás adulterio” se convierte en “no mancharás la dignidad, la honra y la respetabilidad de cualquier hombre o mujer ni con el pensamiento”.
La plenitud de la ley es el amor. Nuestra única regla de vida es el Evangelio y nuestro único punto de referencia para saber cómo vivir, cómo sentir y cómo relacionarnos, es Jesucristo y su corazón apasionado por el Reino, por la vida, por la persona humana. Que nosotros llevemos su ley hasta sus últimas consecuencias.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón, CM
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