Preparando la fiesta del 25 de enero, la conversión de san Pablo y tan significativa en el mundo vicenciano, me he topado con un correo electrónico que me envió el difunto y querido P. Julio Suescun C.M., hace más de 10 años. En este momento quisiera compartirlo con todos vosotros, recordando su memoria y ejemplo:
Como miembro de la Congregación de la Misión, desde hace más de 60 años, suelo recibir algunas felicitaciones en este día, como aniversario de la Fundación de la Congregación de la Misión. Pero ya es hora de poner las cosas en su sitio. La Congregación de la Misión no tiene por qué apropiarse en exclusiva este aniversario. El sermón de Follevile, el 25 de enero de 1617, es el origen de la Misión, podemos decir, de la Misión Vicenciana. Pero ésta, ni hoy ni en los tiempos de San Vicente, se agota en la Congregación de la Misión. En el mismo año de 1617, en Chatillón, San Vicente entendió que anunciar el evangelio, en seguimiento de Jesucristo, incluía atender a los pobres, a los enfermos, a los necesitados. Y organizó la primera “caridad”. Nacía la evangelización con palabras y con obras, porque “es lo más perfecto, es lo que hizo nuestro Señor y lo que deben hacer los que le representan”.
Preocupada por la evangelización de los pobres de sus aldeas, Margarita de Silly permitió primero que su capellán predicara misiones en sus tierras, bien solo, bien acompañado ocasionalmente por algunos otros sacerdotes. El 2 de marzo de 1624, Vicente de Paúl y Antonio Portail toman posesión del Colegio de Bons Enfants, cuya llave entregan a un vecino durante sus salidas misioneras, encargándole que, si es preciso, se traslade a dormir en él. El 17 de abril de 1625 los Srs. De Gondí firman un contrato de entrega de 45.000 libras que puedan rentar el sostenimiento de un grupo de misioneros que bajo la dirección de Vicente de Paúl. Ya en el Colegio de Bons Enfants, VICENTE DEPAUL, F. DU COUDRAY, A. PORTAIL, J. DE LA SALLE, firman, el 4 de septiembre de 1626, un Acta de Asociación para dedicarse a las misiones populares. Nacía la Misión en comunidad, verdadero germen de la Congregación de la misión. Por fin el 12 de enero de 1633 el Papa Urbano VIII firmaba la Bula “Salvatoris Nostri” aprobando la Congregación de la Misión para toda la Iglesia. Había transcurrido un largo camino desde aquel “humilde principio” del 25 de enero de 1617.
Cuando en 1958, ya en los últimos años de su vida, San Vicente recuerda con emoción ante los misioneros los orígenes de la Misión, diciendo que “si entonces me hubieran hablado de ello, habría creído que se burlaban de mí; sin embargo, así era como Dios quería dar principio a lo que ahora veis”, no se está refiriendo solo a la Congregación de la Misión. Ante sus ojos se hacen presentes las misiones populares, la obra de los Seminarios, Ejercicios al clero y Conferencias de los Martes, las Caridades, las Hijas de la Caridad, los niños abandonados, las ayudas a las regiones devastadas… “¿Quién hubiera pensado jamás que las cosas llegarían a la situación en que ahora las vemos?”. El origen de todo ello estaba en aquel 25 de enero de 1617, cuando la Iglesia celebra la fiesta de la conversión de San Pablo.
Todos cuantos hoy participamos en la Misión, en cualquiera de sus múltiples tareas de evangelización con obras y palabras, que integran la Misión Vicenciana, tenemos que felicitarnos en el aniversario del origen de la Misión y hacer nuestras las recomendaciones de San Vicente para este día: “dar gracias a Dios por el don de la Misión, pedir perdón de nuestras deficiencias en la misma y llenarnos de entusiasmo y celo para seguir en ella”.
El recordatorio de San Vicente en esta fecha termina con estas palabras: “Dios, en sus designios, permitió que esto sucediera en la fiesta de la conversión de San Pablo”.
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