“Eligió a doce de ellos para que le acompañasen y para enviarlos a anunciar el mensaje”
Hb 8, 6-13; Sal 84; Mc 3, 13-19.
Narra el Evangelio que luego de orar, el Señor, llamó a 12 de entre los que iban con él. Esta acción evoca la imagen del pueblo rescatado de la esclavitud, las 12 tribus de Israel, el anhelo primero de Dios de hacer un pueblo numeroso.
El tiempo apremia y la misión necesita trabajadores de corazón generoso. Estos Doce elegidos son los primeros testigos de su misericordia, por eso serán enviados.
Aquellos muchachos tenían mucha disposición, aunque estar dispuesto no es sinónimo de estar preparado, aún faltaba enfrentar sus dudas, sus miedos, su fragilidad.
Gracias a los estudios bíblicos, la antropología cultural, arqueología y otras ciencias, hoy tenemos muchos datos del modo de vida en aquella época. Sabemos más de cada uno de los Doce, pero todavía sabemos poco. Lo cierto es que se trata de personas sencillas, conocedores del campo y la pesca, frágiles como nosotros; en ellos quiso confiar el Señor la predicación del Evangelio. Y cada uno de nosotros que se acerque y camine tras sus huellas también será enviado, en la medida de sus fuerzas y generosidad, a ser apóstol de Jesucristo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez M., CM
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