“Espiaban a Jesús para ver si lo sanaría en sábado y tener así algo de qué acusarle ”
Hb 7, 1-3. 15-17; Sal 109; Mc 3, 1-6.
La imagen que nos presenta el evangelio de hoy evoca de inmediato aquella referencia de Apocalipsis 12, 10: “El acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”. Tenemos quien nos acusa delante del Padre día y noche, desde luego no de nuestros actos de justicia sino de injusticia, de nuestros pecados.
El Señor también tuvo quien lo acusaba no ante Dios sino ante las autoridades, el momento más intenso fue previo a su pasión.
Es probable que tengamos un compañero o amigo (¿?), tal vez uno mismo lo sea, el acusador, en minúsculas, que hace el favor de estar pendiente de los defectos del prójimo, que mira atentamente sus debilidades y se da prisa en comunicarlos; que presta su inteligencia e interés para convocar la crítica, la amenaza, la sospecha.
No se trata de ser omisos ante las equivocaciones de algún compañero, pero la enseñanza del Señor pide que corrijamos fraternalmente, hablando de manera personal buscando su salvación, buscando que sea mejor persona.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez M., CM
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