“El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado”
Hb 6, 10-20; Sal 110; Mc 2, 23-28.
Cuando leemos este pasaje del Evangelio podemos coincidir sin contradicción con la enseñanza del Señor. Luego, al tomar tal enseñanza y usarla como lupa para mirar las instituciones en nuestra sociedad, con seguridad hallaremos que el fin de las estructuras sociales predominantes no es una vida digna para mujeres y hombres, sino la acumulación de riqueza, control social, explotación laboral, consumismo insaciable, en fin, la búsqueda de poder en sus diferentes manifestaciones.
Es una maquinaria que hunde sus raíces en la cultura y las aspiraciones más hondas, seduce a cuantos puede, y envilece a muchos. Y los que resisten son echados fuera, en el mejor de los casos como modelos de fracaso, perseguidores ilusos de utopías.
Por éste y otros motivos el Evangelio se vuelve contracultural, porque cuestiona la dirección de nuestras aspiraciones, nuestra práctica social, nuestras expresiones de piedad, para que no se adormezcan nuestra conciencia y nuestra responsabilidad ciudadana.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez M., CM
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