El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
San Juan 3,33
Sin duda los sacerdotes son los pastores que Dios nos regala para apacentar su iglesia y llevar su mensaje. Se constituyen nuestra mejor base y guía hacia el mejor maestro que es Jesús. Ellos nos dedican su tiempo, su vida para que podamos comprender de una manera más eficaz las escrituras y podamos hacerlas propias en nuestras vidas. Se tornan nuestros mejores confidentes y amigos, siempre están en los momentos más importantes de nuestras vidas, cada pasa que damos con Jesús y Mamá María en nuestra iglesia. Nos acompañan en oración diaria, nos levantan con sus palabras de aliento en momentos de grandes pruebas y en cada confesión guardan consigo mismos y Jesús nuestros más íntimos secretos, llevándonos a la reconciliación con Dios.
Los sacerdotes nos traen un mensaje de amor, luchando siempre por el bien nuestro, mediadores de la paz mundial, siempre a favor de lo correcto y basados siempre en la palabra de Dios.
Debemos amarlos, respetarlos, no juzgarlos o hablar mal de ellos, en lugar oremos por ellos porque son seres humanos. Además porque representa a Jesús en la tierra, su tarea no es fácil, es una labor hermosa la que emprenden y una de las carreras más bellas y plenamente bendecida porque es dedicada a Jesús, trabajando para que toda la humanidad alcance la vida eterna y su encuentro con Dios. Es de bendición de Dios, el poder compartir las vivencias que experimentan en su sacerdocio, la emoción en celebrar cada año su ordenación, sus conocimientos y cuánta sabiduría les otorga nuestro Padre Celestial, se llega a aprender mucho con ellos y recibir un sin número de bendiciones.
Amemos a nuestros sacerdotes, llevémosle nosotros a ellos una oración o un mensaje motivador. Visitémosles más a menudo y estemos al pendiente de ellos porque se convierten en parte de nuestras familias, ya que ellos abandonan las suyas, a veces sus países de origen y se trasladan al lugar en donde deben establecerse para trabajar para el Reino de Dios. Darnos más a ellos y estar al tanto de sus altas y bajas también nosotros, porque ellos igualmente tienen pruebas difíciles como todos.
Oración: Gracias Jesús por nuestros sacerdotes, bendícelos y regálanos más santos sacerdotes, ayúdanos a comprenderlos, a no juzgarlos y tenerlos a diario en nuestras oraciones. Amén.
Michelle Alexander
Confraternidad de escritores y periodistas Vicentinos.
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