“¿Con quién puedo comparar a la gente de hoy?
Is 48, 17-19; Sal 1; Mt 11, 16-19.
A veces nos levantamos y vemos el intenso brillo del sol y nos molesta, o vemos el día nublado y húmedo y tampoco nos gusta. Hace frio, hace calor, está lloviendo, está muy lejos, es muy temprano… en fin, nunca falta un pretexto, no nos gusta nada.
¿Qué es lo que no te gusta a ti en tu vida, trabajo, familia, actividades…? Jesús nos pone de frente al Evangelio y cuestiona nuestra insatisfacción casi ante cualquier cosa.
Al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin le pasó lo mismo. Se sintió muy pequeñito para realizar la misión que la “Niña del Cielo” le encomendaba: llevar su mensaje y su petición a Fray Juan de Zumárraga (Iré ya, a cumplir tu voluntad, pero tal vez no seré oído y, si fuere escuchado, quizá no seré creído. Nican Mopohua 64).
Nosotros, a semejanza y ejemplo de San Juan Diego, debemos ser dóciles a la voz de Dios y actuar en su nombre, a sabiendas de que Él (y la Virgen también) nunca nos deja solos; que, si somos enviados, es en su nombre y ante esto, no hay nada que temer. No podemos ocultar los talentos que el mismo Dios nos ha dado y devolverlos con intereses. Un día Jesús nos va a decir: ¿Y a ti, con quién te puedo comparar?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alonso Palafox Tejeda
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