“…mi yugo es suave y mi carga ligera”
Is 40, 25-31; Sal 102; Mt 11, 28-30.
A todos nos pasa en algún momento de nuestra agitada vida que, cuando por fin tomamos un periodo de vacaciones y nos vamos a algún lado a “descansar”, al final de este periodo estamos más cansados que al principio. O cuando decidimos un fin de semana levantarnos tarde y apagamos la alarma, al levantarnos nos duele la cabeza y todo el cuerpo.
Hoy Jesús invita a los cansados y agobiados por las penas de la vida a tomar su descanso, que consiste en cargar su yugo. ¿Qué es un yugo?
Es un utensilio que se le pone a la yunta para que jale el arado (la carga) y prepare la tierra para sembrar. Es decir, el descanso no estará en dormir 9 horas o ir a un lugar apacible (que es bueno); el verdadero descanso es el que Jesús te da cuando, cansado por las culpas o por una herida, acudes a su presencia. Pero esto exige un compromiso: tú decides con quién quieres cargar el yugo. Jesús te ofrece el suyo porque quiere caminar contigo, te advierte que su yugo es suave y su carga ligera, que si lo buscas Él te dará el verdadero descanso, el descanso del alma (no del cuerpo).
¿Y tú? ¿Con quién vas cargando el yugo?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alonso Palafox Tejeda
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