“Él no ha cometido ningún crimen“
2 Sam 5, 1-3; Sal 121; Col 1, 12-20; Lc 23, 35-43.
Esta fiesta es un buen momento para reflexionar si Cristo ya reina en mi vida y en mi corazón; si aún no es así, el Señor nos va a regalar otra vez un año litúrgico nuevo, para que por la escucha de su Palabra, cada vez seamos mejores.
Hoy escuchamos en el evangelio cómo Jesús, en un acto supremo de amor y de libertad, se entrega libremente por nosotros en la cruz para pagar por las ofensas que hemos hecho a Dios y a nuestros hermanos. Si somos honestos, como lo fue el “buen ladrón”, reconoceríamos que los que deberíamos estar clavados en esa cruz somos nosotros, no Él. Jesús no hace nada por salvarse a sí mismo, como se lo pedían los soldados y los fariseos, pero sí salva al ladrón arrepentido y le dice: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
La salvación que Jesús nos ofrece no es como la piensa mucha gente, de índole material, sino que es, principalmente, espiritual. Cuando oramos por la sanación de un enfermo y muere, podemos caer en la tentación de creer que Dios no nos escuchó, pero ¿qué tal si lo sanó en lo profundo del corazón y ahora está con Él, en el paraíso?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Alfredo García Rendón
0 comentarios