“Invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos”
Flp 2, 1-4; Sal 130; Lc 14, 12-14.
¿Con quiénes compartimos lo mejor de nosotros?, ¿A quiénes hacemos partícipes de lo que tenemos?
Jesús es claro, la mayor recompensa que podemos recibir al ser caritativos es la resurrección. Las acciones que humana- mente son retribuidas no trascienden. Los actos que se realizan para ayudar a alguien, mejor conocidos como “un favor”, son acciones muy cercanas a la propuesta de Jesús, pues justamente la esencia de un favor es que no se retribuye, por lo tanto, se realiza sin esperar un pago o una recompensa.
Con base en las enseñanzas vicentinas, a través del “compartir” se puede vivir esta exhortación de Jesús. El compartir va más allá de dar parte de lo que se tiene; es, sobre todo, la disposición de partirse y entregarse a sí mismo en servicio a los demás: Compartirse con quienes claman por lo necesario para vivir (pobres); compartirse con quienes están lastimados por la sociedad (lisiados); compartirse con quienes esperan un apoyo para salir adelante con dignidad (paralíticos); compartirse con quienes necesitan una luz que ilumine su caminar (ciegos).
Hoy y cada día… seamos pan que se comparte.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Pedro Alejandro Salazar Aranda
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