“Amigo, acércate más”
Flp 1, 18-26; Sal 41; Lc 14, 1. 7-11.
¿Alguna vez te has vanagloriado por alguna acción realizada?, ¿alguna vez has hecho algo con todo tu corazón sin ninguna presunción?, ¿cuál actitud ha sido más satisfactoria: la vanidad o la humildad?
Santa Luisa de Marillac firmaba sus cartas con expresiones similares a: “su humilde hija”, “su humilde servidora”, “su humilde hermana”.
A ejemplo de Sta. Luisa, hagamos lo que hagamos, nos dediquemos a lo que nos dediquemos, tengamos el rol que tengamos… que todo sea realizado con humildad. Seamos estudiantes humildes que aprenden todo lo que puedan aprender; seamos trabajadores humildes que dan siempre su mayor esfuerzo; seamos padres humildes que se entregan en cuerpo y alma a su familia; seamos ciudadanos humildes que defienden la justicia y la paz; seamos amigos humildes que se ponen al servicio de sus hermanos; seamos cristianos humildes que aman a Dios con todo su corazón y lo ven en los pobres.
El reconocerse humildes permite abrir el camino para vivir una vida en santidad, puesto que una persona humilde abre paso a la acción del Espíritu Santo en su propia vida.
Hoy y cada día… seamos simplemente humildes.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Pedro Alejandro Salazar Aranda
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