“Ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros”
Ef 1, 1-10; Sal 97; Lc 11, 47-54.
¿Hay algunas obras negativas cometidas en el pasado de las cuales nos sentimos orgullosos?, ¿seguimos presumiendo aquello malo que hicimos?, ¿hasta cuándo lo seguiremos haciendo?
Ha llegado el momento, y no debe posponerse, de tomar una decisión firme: o somos una extensión, repetición y replicación de la maldad que nos ocasionaron otras personas, o somos quienes nos atrevemos a romper con todas esas cadenas de odio que destruyen la dignidad de las personas.
Jesús critica con fuerza a quienes falsamente creen que repararán las faltas de sus antepasados construyendo sepulcros a los profetas que ellos mataron. Un arrepentimiento que sólo se muestra en apariencia es un monumento a la hipocresía y a la simulación.
La reparación de las faltas no es suficiente si solo se limita a decir unas cuantas palabras; es necesario que dicha reparación esté acompañada de acciones de enmienda y resarcimiento.
El perdón es un propósito firme de corregir el camino para romper con el pasado que lastima y con los rencores que nos esclavizan.
Hoy y cada día… atrevámonos a ser reconstructores del bien.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Pedro Alejandro Salazar Aranda
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