“Purifican por fuera la copa y el vino”

Gál 5, 1-6; Sal 118; Lc 11, 37-41.

¿Qué es lo que más ocupa nuestra atención durante cada día?, ¿nos enfocamos más en vernos bien que en estar bien?, ¿nos interesa más quedar bien con los demás que obrar con rectitud de corazón?

El fariseo estaba sorprendido por lo que Jesús no hizo, más que por la grandeza de la persona que estaba recibiendo en su casa. Jesús le cuestionó al fariseo, como lo podría hacer hoy con nosotros: Carecen de buen juicio para descubrir que vale más un corazón limpio, que unos utensilios relucientes.

Para lograr la purificación a la que Jesús nos invita es necesario enfocarnos más en el interior que en el exterior, cuidando que prevalezca la pureza en nuestras intenciones, palabras y hechos.

Que lo de afuera se vea bonito podría hacernos creer que es lo único que vale la pena, cuando en realidad lo verdaderamente importante es cuidar que en lo de adentro no haya fealdad ni maldad.

“¡Lástima para aquellos que solo aman cuerpos, formas, imágenes! La muerte destruirá todo. Trata de amar a las almas” (Víctor Hugo, Los Miserables).

Hoy y cada día… pongamos nuestra atención y nuestro empeño en embellecer nuestros pensamientos, palabras y obras.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Pedro Alejandro Salazar Aranda