“Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”
Gál 3, 21-29; Sal 104; Lc 11, 27-28.
¿Qué sucede después de que hemos escuchado algún relato bíblico?, ¿nada y todo sigue igual?, ¿o integramos su mensaje y permitimos que interpele y transforme nuestras vidas?
Jesús pone la escucha y la vivencia de la Palabra de Dios al grado de “dicha”, “felicidad” y “alegría”. Una fórmula sencilla, pero a la vez estimulante y desafiante para vivir la vida de una manera más plena.
En los tiempos actuales, en que se venden alegrías pasajeras, felicidades superficiales y gozos vacíos, surge la necesidad de optar con confianza por caminos que verdaderamente nos conduzcan hacia aquello que sacia nuestros mayores anhelos y necesidades. Jesús es claro al respecto: el camino consiste en escuchar y practicar la Palabra de Dios.
Quien se permite escuchar, siente el impulso hacia la acción y quien se pone en acción necesita alimentarse de la Palabra de Dios, fuente del amor.
Hoy y cada día… escuchemos atentamente para descubrir la presencia de Dios en nuestra vida y mantengamos la mayor apertura para ser transformados por su mensaje de salvación.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Pedro Alejandro Salazar Aranda
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