“Deja que los muertos…”
Job 9, 1-12.14-16; Sal 87 Lc 9, 57-62.
El mundo de los muertos no está solo en el “más allá”; también puede estar aquí y reinar sobre unos u otros. Y los muertos no pueden seguir a Jesús.
Vivimos como muertos cuando somos incapaces de disfrutar las cosas pequeñas de la vida, esas que dan sentido a la vida.
Vivimos como muertos cuando permitimos que el pasado, la tristeza, el pesimismo o el dolor aniden en nuestro corazón. Vivimos como muertos cuando tememos asumir riesgos sólo para aferrarnos a aparentes seguridades.
Vivimos como muertos cuando aniquilamos lo que somos o lo que sentimos sólo por quedar bien o por parecer elocuentes.
Vivimos como muertos cuando pensamos demasiado en el futuro, en nuestras aspiraciones o en nuestros planes, olvidándonos del presente. Pero sobre todo vivimos como muertos cuando somos indiferentes a los sufrimientos de los demás, reduciendo el valor de la vida.
¡Qué los muertos entierren a sus muertos, nosotros vamos tras Jesús!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Carlos Regino Villalobos E. C.M.
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