Oración:
¡Oh Dios, Padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos, con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos, por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la Salvación.
Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre, podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los Pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida. Danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad para responder a los desafíos de hoy, en medio de esta pandemia y sus consecuencias. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
Oración a san José
(propuesta por el papa Francisco en el año de san José)
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
Padre Nuestro…
Oración a la Virgen:
(De los escritos de san Vicente de Paúl)
Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad.
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. Amén.
Dios te salve…. Gloria…
SEXTO DÍA
Roma y París – 1607
Signo: Algunas imágenes alusivas a Roma, un barco, imágenes que representen la ciudad de París, varias velas encendidas y la Palabra de Dios en el centro.
Canción: "Vicente de Paúl", Ixcís
Iluminación Bíblica: Toma tu Biblia viajero y busca el texto 1 Pe. 3, 12-16
Reflexión:
Escuchemos a San Vicente: El agua de la marea, por estar siempre en reposo, está corrompida, cenagosa y maloliente; por el contrario, los arroyos y las fuentes, que corren con agilidad por entre las piedras y las rocas, son aguas mansas y hermosas. ¿A quién no le gustaría más ser arroyo que ciénaga, aunque sea a costas de tropezar con las piedras? Y no hay que extrañarse de que nos aburran las mismas cosas, ya que estamos compuestos de la misma manera. (XI A pág. 68)
En este sexto día de nuestra novena, y después de la gran prueba del cautiverio y la esclavitud de San Vicente en África, dirigimos ahora nuestra mirada a la capital de Francia: París. San Vicente llega a París a finales de 1608 con el deseo de no tardar allí mucho tiempo, lo que no sabía era que su estancia en la gran ciudad francesa se prologaría por casi toda su vida. Allí san Vicente vivió grandes acontecimientos que marcaron significativamente su vida y su proceso de conversión. Conoció también ilustres personajes como Monseñor de Berulle y San Francisco de Sales, quienes aportaron grandes cualidades a su personalidad. En París san Vicente viviría la acusación injusta y falsa de robo y sus primeros pasos hacia la conversión que transformaría definitivamente su vida.
Después de una corta estancia allí, se dispone a llegar a la capital de Francia: París. No pensaba pasar allí mucho tiempo, pues deseaba encontrarse con su familia después de sus dos años de ausencia inadvertida; lo que no sabía, era que la Divina Providencia tenía planes muy diferentes a los suyos, y sería en esta ciudad en donde su mentalidad cambiaría por completo. Muchas experiencias tuvieron allí su origen, pero la primera, tras su llegada en 1608, no sería la mejor. Corto de dinero, Vicente se hospeda en un hogar sencillo, donde compartía habitación con un paisano suyo, juez del pequeño pueblo de Sore.
Preguntas:
- ¿De qué manera la historia de San Vicente se relaciona a muchos momentos de tu vida personal?
- ¿Cuántas veces tienes sentimientos de tristeza o de crisis de fe?
- ¿Qué has aprendido en estos días de la novena?
Gozos
“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”
Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.
Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.
En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.
Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo
¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.
¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.
Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.
Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:
Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen
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