Oración:
¡Oh Dios, Padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos, con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos, por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la Salvación.
Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre, podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los Pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida. Danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad para responder a los desafíos de hoy, en medio de esta pandemia y sus consecuencias. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
Oración a san José
(propuesta por el papa Francisco en el año de san José)
Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.
Padre Nuestro…
Oración a la Virgen:
(De los escritos de san Vicente de Paúl)
Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad.
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. Amén.
Dios te salve…. Gloria…
CUARTO DÍA
Chateau-I’Eveque – 1600
Signo: Imágenes alusivas al sacerdocio, un cirio o una vela, la imagen de una ordenación sacerdotal.
Canción: Nada puedo por mi mismo.
Iluminación Bíblica: Toma tu Biblia viajero y busca el texto 1 Tim. 1,12
Reflexión:
Escuchemos a San Vicente: Hermanos míos, cuán elevado será el oficio de los eclesiásticos por encima de las demás dignidades de la tierra, incluso de la realeza, y cómo tenéis que concebir un alto aprecio de los sacerdotes, cuyo carácter es una participación del sacerdocio eterno del Hijo de Dios, que les ha dado el poder de sacrificar su propio cuerpo y de darlo en alimento, para que los que coman de él vivan eternamente.
(XI A pág. 403)
No deja de inquietarnos el que el joven Vicente con sólo 19 años recibiera en Tarbes, muy cerca de su casa el subdiaconado y el diaconado en 1598, y en medio de sus estudios no terminados, marchara a una lejana diócesis, Périgueux, distante de su casa y de los suyos, y allí en Chateau l’Eveque, en la capilla de la residencia campestre del obispo, Monseñor Francisco Bourdeille, fuera ordenado sacerdote por este anciano obispo.
Sean como hayan sido las motivaciones del joven Vicente, lo encontramos ya ordenado en 1600, para siempre sacerdote del Dios Altísimo, sacerdote para la eternidad. Se inicia aquí el peregrinar de un sacerdote, que no tenía las convicciones profundas de tan alto ministerio. Es un sacerdote con motivaciones muy humanas, diríamos hoy, con un “ideal arribista”, en expresión de él “buscaba un honroso retiro”, con una vida muelle, anhelando “ser servido y no servir”. Hasta ahora, encontramos un santo que no quería ser santo…
Pero el Señor que “escribe recto en líneas torcidas”, con su sabiduría, lo va a ir purificando para que en el futuro no lo conozcamos, como Vicente de Paúl, sino como San Vicente de Paúl. La obra de la gracia de Dios, cuántas sorpresas nos va dando en el peregrinar de la vida.
Preguntas:
- ¿Qué posibles motivaciones llevaron a San Vicente para ser sacerdote?
- ¿Cómo viviría San Vicente hoy su sacerdocio?
- ¿Cómo animar hoy a los jóvenes para qué sean sacerdotes misioneros?
Gozos
“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”
Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.
Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.
En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.
Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo
¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.
¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.
Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.
Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:
Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen
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