No dejemos pasar los detalles más pequeños de la vida

por | Sep 21, 2022 | Confraternidades, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Cada momento transcurre con un ir y venir, mientras la gran ciudad de Guatemala de La Asunción se atestigua de cada sentimiento en cualquier rincón de ella, varias personas olvidan que cada recuerdo es un suspiro que se cuela en las miradas de los paseantes, en las anécdotas, en la imaginación, en el resuello del aire que respiramos aun contaminado, cada momento vivido con cada persona es un cumulo de sentimientos que acoge más de lo que nos imaginamos.

No todos pasamos desapercibido las cosas, más cuando se trata de personas a las cuales nos vemos ligados por alguna circunstancia, un día antes del acostumbrado encuentro de mesa grande con “Los Guichas”, como se refieren a nosotros los amigos de los lugares aledaños de zona uno y los más transitados de esta gran ciudad, platicando con una compañera indigente me decía al respecto de fijarse en pequeños detalles, que puede uno mirar a todos por igual, pero de repente todo se vuelve diferente de la noche a la mañana, cuando encuentras algo en común en alguien, luego llega el momento justo de saber cómo son las personas en verdad,  y para un Vicentino jamás pasa su turno o su momento de hacerse indiferente, porque cada persona a la que acompañamos queremos de cierta manera hacerla sentir como decimos en buen chapin “especial”, y no es solo de brindarle un plato de comida, sino demostrarle lo valioso que es cada uno para Dios y  que en cada oración de agradecimiento por los alimentos va un sentimiento fuerte que cada uno entiende a su manera, hacemos arder la llama de la caridad, en un mundo tan compulsivo, sin darnos cuenta que la vida pasa y así se va, quiero pensar que cada cual con el que compartimos, tiene un sentimiento de reciprocidad o por lo menos se siente acompañado por un instante, un sentimiento libre sin condición.

Cuando compartimos con los compañeros de conferencia estas vivencias, siempre viene a colación la pregunta ¿habrá un momento para plantearse cual será nuestra vocación en realidad?, y la respuesta es que no hay tiempo para eso, hemos decidido de cierto modo y sin darnos cuenta formar “Una red de caridad”, en la que incluso nuestra fidelidad nos ha llevado “mansamente a amar a quienes nos maltratan a veces con palabras amigables” (SVP. XI,480), en donde nuestros ojos con cada visita ven los ojos y corazón de cada persona, porque nuestra mente hará seguramente un gran esfuerzo por olvidar lo malo, cuando nuestra alma por el cansancio quizá este perdiendo la fé de una vida más justa para ellos o para todos, nunca hemos dejado a nadie sin una tajada de pan y una taza de café por ejemplo, aun cuando es lo único que llevamos, incluso cuando desean repetir su porción de comida y escuchamos la frase, de… a mi no me dieron desayuno hoy.

Este mes Vicentino, hemos celebrado con manteles muy largos y se dice también que en los países de Centroamérica hay fiesta de 201 años de  independencia, en la cual no se ve cual es la libertad que algunos suelen celebrar, las cadenas de opresión siguen presentes y no hay nada que celebrar cuando vemos que estamos a menos uno con  Nicaragua, hagamos que todo el mundo sepa que nuestra sinodalidad está tomando fuerza con nuestras buenas acciones, no solo con los que logramos alcanzar, sino también con los que están en los lugares más recónditos de esta tierra, de los que nadie habla, porque mientras tenemos esperanza, hay fuerza y voluntad, no dejemos pasar los detalles más pequeños de la vida, por que todo se acaba sin darnos cuenta.

Mario Andrez Gutierrez Hernández
Conferencia Santa Luisa de Marillac, SSVP
Ciudad de Guatemala

 

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