“Ustedes no se privan de comer y beber”
1 Cor 4, 1-5; Sal 36; Lc 5, 33-39.
Dios, sobre todo, es libertad y novedad. Nada lo ata, nada lo detiene, nunca se queda ensimismado, encerrado. Siempre se entrega de maneras nuevas y desconcertantes, rompe una y otra vez nuestros esquemas, nos descentra, nos confunde y nos hace comenzar de nuevo.
Los escribas y fariseos fueron incapaces de seguirle el ritmo a Dios, permanecieron tan confundidos y molestos que no fueron capaces de vislumbrar un Dios libre y liberador. Se enfadan con la novedad y utilizan la visión de Juan el Bautista para atacar a Jesús. La expectativa del Reino para los seguidores del bautista era apocalíptica: ansiaban la renovación de Israel por medio de la aniquilación del mundo; pero el mensaje profético de Jesús siempre fue la renovación del pueblo mediante la apertura, la alegría, el amor y la libertad.
Cuando no nos sentimos libres puede incomodarnos la libertad de otros e incluso la de Dios. No seas un odre viejo, mejor revístete de la novedad para que no se desgarren tus vestidos. ¡Síguele el paso a Dios!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Carlos Regino Villalobos E. C.M.
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